El circuito ferroviario nos relata el origen y el ocaso de la actividad ferroportuaria en nuestra ciudad hasta su traslado hacia Punta Loyola en la
década del 90.
A mediados del siglo pasado, Río Gallegos como todas las ciudades patagónicas, tenía una gran deficiencia en la provisión de carbón, el cual era importado desde Gran Bretaña, este durante la segunda guerra mundial incrementó sus costos, motivo por el cual se decidió llevar adelante la conformación de una explotación estatal que produjera y abasteciera al mercado local, con lo cual se llevó a cabo la conformación de la boca de producción en Río Turbio y el correspondiente tendido ferroviario.
Esta nueva estructura logística y administrativa incluyó el tendido de un ramal de vías férreas (1951) con el nombre de ramal Ferro Industrial Eva Perón, el cual comenzaba en el yacimiento de Río Turbio, a lo largo de 285 km hasta su ingreso a la ciudad por la actual avenida Balbín hasta el sector de la costanera donde actualmente se encuentra el galpón costero y zonas aledañas, allí podemos encontrar vestigios de lo que fue la ex Yacimientos Carboníferos Fiscales, como por ejemplo; la tolva (ésta abastecía la cinta de carbón para su traslado hacia los barcos), el muelle desde donde se cargaban los barcos que transportaban el carbón hacia el norte para su comercialización, y las gamelas.
Otra cosa que podemos encontrar en la zona de la costanera son los volcadores y otros galpones donde funcionaba la tornería en la que se fabricaban las herramientas necesarias para reparar las piezas y se hacía el mantenimiento de los ferrocarriles, y las vías.
El tren que supo surcar las grandes estepas patagónicas correspondía a un diseño particular de trocha angosta, fabricados en Japón por la marca Mitsubishi y readaptados por el Ing. Livio Dante Porta, estas modificaciones fueron muy importantes para el funcionamiento de otras locomotoras a vapor en diversas partes del mundo.