Con 58 años sobre sus espaldas, Rafael Santillán es uno de los pioneros en nuestro país en el armado de escenarios mediante estructuras tubulares, sistema que desde inicios de la década de los noventa comenzó a imponerse a nivel mundial y a partir del cual cambió sustancialmente, por la celeridad y las bondades que trae aparejado, la manera de montar los shows desde entonces.
Por segundo año consecutivo, Santillán (oriundo de Córdoba) llegó a nuestra ciudad para el Festival 137 Aniversario en medio de días no solamente festivos para los riogalleguenses sino para los argentinos en general, debido al Mundial de Qatar 2022 y cuyos partidos finales Rafael siguió dramáticamente en la pantalla del Escenario Mayor, junto a los integrantes de su staff mientras todos trabajaban incansablemente.
Santillán contó que comenzó con el oficio de muy joven: “Por esos tiempos eran dos o tres shows por temporada. Uno llegando fin de año y por ahí uno o dos entre febrero y marzo. Pero eso comenzó a cambiar cuando aparecieron los layers, que son las estructuras tubulares que al país llegaron en 1992. Eso cambió todo, porque con un martillo te vas al cielo. Ya no tenías que usar ninguna otra herramienta que no sea un martillo. Es un sistema alemán que es lo mejor que hay”, resaltó.
La incorporación de este sistema le permitió conocer todo el país, el continente, y Europa ya que “haciendo esto” fue a España, Italia e incluso llegó a Grecia.
“Este trabajo lleva mucho sacrificio. Pueden ser muchas horas al sol o bajo el agua, nieve o con viento. Trabajamos pasando todos los climas. Hemos trabajado para espectáculos de deportes extremos en la nieve y hasta dentro del mar porque, por ejemplo, colocamos una pantalla gigante para un evento de una película en yates, una cosa de locos”, contó.
“Algo innovador y distinto a lo que viví en otros lugares”
Con respecto a nuestra ciudad, confesó que el festival le ha dejado “una experiencia buenísima” y añadió que “sin desmerecer los lugares por donde hemos andado, es uno de los mejores por donde pasamos y de donde me llevo el buen trato de la gente”, señaló.
“No dudé cuando me plantearon venir de nuevo, porque además de todo es uno de mis últimos viajes, ya que no me queda mucho hilo en el carretel; es la verdad, y no sé si voy a volver para el próximo. Pero fue muy buena experiencia y me voy más que contento”, dijo y añadió: “Mirá que he conocido sitios espectaculares, pero acá, además del buen trato, vimos que lo que se hizo fue algo innovador y distinto a lo que viví en otros lugares”, admitió.
Rafael había conocido la ciudad el año pasado en lo que para él resultó toda una apuesta porque fue su primer gran festival post pandemia. En ese sentido, recordó: “Fue uno de los primeros trabajos después de la pandemia y encima mi familia me había prohibido que salga. Mis hijas, mi señora, los nietos. Todo influye en esto y no querían que venga, pero uno siempre tiene una cuenta que pagar a fin de mes”.
“Un día me dijeron que cuando me retire se van a perder muchas cosas de esto, como tantas otras personas que saben bastante de este trabajo, que no somos muchos tampoco. Pero en definitiva todo se transmite a los chicos, se va enseñando”, destacó.
También Rafael aseguró que el escenario del festival de Río Gallegos “es el más grande del país” y admitió que, aunque resiste cualquier cosa, quizás el viento es uno de los factores que pueden complicarlo todo.
“El año pasado viajábamos el 23 y contrarreloj tuvimos que desarmar para podernos ese día, pero por el viento, que no nos dejó trabajar un día entero, se complicó la partida”, y casi que no logran salir a tiempo por estos avatares del oficio.
Finalmente, destacó las amistades que se van haciendo día a día y a partir de este trabajo porque “es lo que a uno le permite volver a determinados sitios muchas veces. Es una alegría encontrarse con gente de diferentes provincias a lo largo de los años”, cerró.